La semana pasada ZenithOptimedia, el grupo al que pertenece mi empresa publicó sus previsiones trimestrales sobre inversión publicitaria en el mundo.
No puede decirse que desborden optimismo. Estos eran los titulares de nuestra nota de prensa:
El Boom publicitario en los mercados en desarrollo compensa la penumbra provocada por la restricción crediticia en los países occidentales.
Veamos: penumbra en los países occidentales. No hay recesión, pero el crecimiento previsto para Europa y América del Norte, el 3,8%, se queda ahí ahí con la inflación prevista. Porque estamos viviendo un cierto repunte de la inflación.
Provocada por la restricción crediticia: vivimos a crédito o, como dirían nuestros padres, por encima de nuestras
posibilidades. Y cuando un banco (aunque sea en Estados Unidos) se constipa, todos acabamos estornudando, o teniendo la gripe.
Ahora, eso sí, el boom publicitario en los mercados en desarrollo: en el resto del mundo aún viviremos (vivirán) crecimientos de dos dígitos. Está previsto un 11,1%. Especialmente en Europa Central y Oriental, los países ex comunistas que aceleran su marcha hacia la sociedad de consumo, cada vez más consumista. Y, como ya hemos dicho aquí en otras ocasiones, la publicidad es la gasolina, o al menos el lubricante, para todo eso.
Los mercados en desarrollo supondrán así el 63% del incremento de la inversión publicitaria entre 2007 y 2010 y pasarán de representar el 27% al 33% de la inversión mundial.
La zona Asia-Pacífico, que este año apoyada por los Juegos Olímpicos de Pekín va a crecer un 8,2%, superará a
Europa Occidental en 2010. Cada año crecerá a un ritmo que superará al europeo en más de dos puntos.
Cada vez que se hacen nuevas previsiones la participación de internet en el mercado publicitario mundial es mayor. Si en 2007 ha representado un 8,2% (algo más del 6% en España) para 2010 se prevé un 12,3%, con lo que superará ya a las revistas y se colocará como el tercer medio por captación de inversión.
Esperemos que los beneficios crecientes de nuestras empresas en otros países y en los nuevos medios ayuden a pagar nuestros sueldos (o por lo menos a mantener contentos a los accionistas, esos entes desconocidos para los que uno acaba trabajando siempre).