2020 y 2021 han sido dos años raros, el primero con un parón casi absoluto de la actividad económica durante unos meses y el segundo con una recuperación a trompicones, con sensación de ducha escocesa, alternando optimismo y pesimismo al albur de la evolución del virus.
La llegada del virus, o al menos la de sus consecuencias más graves, casi coincidió con mi jubilación y la inesperada desaparición de los estudios Vigía y Zenthinela que mantuve a lo largo de casi veinte años.
Como estos dos últimos años se pueden considerar un paréntesis, creo que es una buena idea ver cómo están ahora los indicadores económicos que analizaba en mis comentarios para los panelistas. He buscado mi análisis de enero de 2020; entonces ya hablaba en ese texto del virus, pero como una posibilidad remota que, en todo caso, podría afectar a las bolsas. Es más: ninguno de los panelistas se refería al virus en los abundantes comentarios que me enviaron. Ni remotamente creíamos que nuestras vidas cambiarían de forma radical.
Si pensamos en estos dos años como en una especie de paréntesis, podemos ver cómo han evolucionado en este tiempo alguno de los índices económicos básicos.
El PIB, que había subido un 2,1% en 2019, cayó un 10,8% en 2020 y podría terminar 2021 con una subida del orden del 5% (un 4,6% según la última previsión del FMI) tras unas variaciones trimestrales muy condicionadas por el anómalo 2020 (-4,3% en el primer trimestre, +17,7% en el segundo, +3,4% en el tercero,…). La mayor parte de las previsiones para 2022 son optimistas y se mantienen en el entorno del 6%. De mantenerse esas cifras se llegaría a los valores de 2019 a comienzos de 2023.
El IPC es, seguramente, el indicador que está teniendo un comportamiento más desconcertante. Tras subir un 0,7% en 2019, cayó un 0,3% en 2020 empujado a la baja por la escasa actividad económica de algunos meses. Empezó 2021 con una cierta moderación (incluso cayó en febrero) para lanzarse a una carrera alcista que le ha llevado hasta el 6,7% de diciembre (finalmente corregido al 6,5%, lo que cambia muy poco la realidad), el valor más alto en los últimos treinta años. Aunque en parte sea una subida coyuntural debida a los precios de la energía, está alcanzando unos valores muy preocupantes. Se prevé un inicio de año con cifras aún más altas que se irán moderando a partir del segundo trimestre.
El precio de la energía está impulsando al alza todos los indicadores relacionados. Este es un tema que no resulta fácil de entender; está muy condicionado por el precio del gas y por los derechos de emisión de CO2, que constituyen un arma para avanzar hacia la necesaria sostenibilidad. El precio del petróleo, que parece otro componente importante, llegó a superar los 110 dólares en 2012, una cifra de la que ahora estamos muy alejados. Empezábamos 2020 en el entorno de los 65 dólares, para caer por debajo de los 40 en los momentos de parón. En la actualidad se mueve en torno a los 80 dólares, un valor importante, pero que no justificaría la psicosis que vivimos. También aquí las decisiones que se puedan tomar como país están muy condicionadas por las normativas europeas.
La llamada “hucha de las pensiones” ha sufrido fuertes ataques a lo largo de estos años, muy condicionados por la crisis que se inició en 2008, hasta su práctica desaparición en el último año.
El Índice de Confianza del Consumidor, que acabó 2019 en 77,7, muy lejos del valor de equilibrio, llegó a caer a lo largo de 2020 hasta los 48,5 puntos de octubre. Hasta cuatro meses de ese año se situó por debajo de los 50 puntos. En 2021 mejoró, si bien nunca llegó a los 100 puntos, el punto medio de la escala. Osciló entre los 55,7 de enero y los 98,3 de septiembre, cuando parecía que recobrábamos una cierta normalidad. El año se cerró nuevamente a la baja, con un 81,3 en diciembre.
El número de Afiliados a la Seguridad Social (el mejor indicador del empleo) había experimentado un máximo en julio de 2019, cuando se acercó al récord histórico de 2007. Pero en diciembre de ese año ya mostraba síntomas de debilidad. 2020 fue un año catastrófico para el empleo, lo que se palió en parte mediante el mecanismo de los ERTEs. En diciembre de 2021 se alcanzaron los 19,8 millones de afiliados (de los que ya sólo 82.000 estaban en ERTE) con lo que de nuevo nos acercamos a los 20 millones de afiliados, la cifra maldita que parece que nunca se alcanza. Si además se reduce la precariedad, como parece ser el objetivo de la reforma laboral, estaremos en el mejor momento histórico de esta variable. Las perspectivas para 2022 son buenas, confiando en la recuperación y las ayudas europeas y podríamos ver cómo se baten récords de ocupación.
La Tasa de Paro, que en 2019 había bajado del 14% por primera vez desde 2008, volvió a subir y cerró 2021 en el entorno del 14,5%.
La Prima de Riesgo se situaba en enero de 2020 en los 66 puntos básicos; dos años después cerró 2021 en los 75. Al ser el Covid una amenaza de alcance mundial, que ha afectado a todos los países de forma similar, esta variable, que es relativa (la diferencia entre nuestro país y Alemania), no ha cambiado mucho; se ha mantenido entre los 50 y los 80 puntos a lo largo de la crisis sanitaria, muy lejos de los más de 600 que llegó a alcanzar en 2013.
La variable económica que, seguramente, se vio más afectada por la crisis sanitaria fue la cotización bursátil. Si miramos al IBEX, empezó 2020 en el entorno de los 10.000 puntos para caer hasta menos de los 6.000 en algún momento del mes de marzo. Desde entonces se ha ido recuperando, con altibajos, y cerró 2021 por encima de los 8.700, todavía casi un 13% por debajo de aquellas cifras. En 2022 se espera que continúe la recuperación y, si todo va bien, podría recuperarse el nivel de comienzos de 2020.
La Deuda Pública supera ya los 1,4 billones de euros, lo que supone un 122% del PIB. En 2019 estaba en los 1,2 billones, suponía el 98% del PIB y ya nos asustaba. Se espera una ligera reducción en 2022 si se produce la anhelada recuperación económica.
Las Ventas de Automóviles se mantienen ligeramente por encima del millón de vehículos anuales (1,06 anualizado a noviembre, frente a los 1,03 del diciembre anterior). No se esperan grandes movimientos para el año que comienza, ante las dudas sobre los necesarios cambios de motorizaciones y los problemas por la falta de algunos componentes.