Termina un año muy especial; un año en el que han cambiado nuestras vidas y nuestra sociedad. Algunos de los cambios que hemos vivido serán pasajeros, pero otros muchos han llegado para quedarse.
Aunque el primer caso de Covid 19 se detectó en Wuhan el último día de 2019 e incluso ahora parece que hubo casos anteriores, empezamos el año con la esperanza de que sería mejor que el anodino 2019, en el que, entre otras cosas, las inversiones publicitarias cayeron.
Iba a ser un año olímpico; se abría con un nuevo gobierno recién formado (por primera vez había un acuerdo para gobernar en coalición a nivel estatal) después de años de provisionalidad; se alcanzaban cifras récord de empleo; el turismo había llegado tan alto que hasta se alzaban voces pidiendo su limitación…había buenos augurios.
Pero ya nadie se acuerda de eso.
2020 pasará a la historia como el año de la pandemia; el año en que estuvimos meses confinados sin salir de casa; en que pararon todas las empresas no esenciales; en que descubrimos que en muchas profesiones se puede teletrabajar, sin salir de casa. Mientras tanto cerraron durante muchos meses bares y restaurantes; el turismo casi desapareció y con él los viajes. Y la economía se fue al garete; la de muchos países, pero la nuestra mucho más que las de la mayoría de ellos.
Y claro: la publicidad también sufrió. Si no se podía salir a la calle, el medio exterior sufría; si cerraron las salas, el cine desapareció. Pero aunque la audiencia de otros medios, los que se consumen en casa, con la televisión a la cabeza, aumentó considerablemente, muchas marcas, que veían disminuir sus ventas, no pudieron (o no supieron: la publicidad construye marcas a largo plazo) aprovecharlo.
Y cuando la digitalización ha dado en pocos meses un salto de gigante, con el teletrabajo y las videoconferencias en las que hasta los abuelitos hemos participado, la publicidad digital gana cuota, pero no incrementa su volumen porque, de nuevo, ha reducido sus precios.
Se cierra un año nefasto para todos, en el que, entre otras cosas, han muerto muchas más personas de lo habitual y en el que los enfrentamientos entre personas de distinta ideología se han exacerbado.
El año 2021 será el primer año olímpico impar; será también el año de las vacunas. Esperemos que sea el año de la recuperación económica y de la publicidad y que se recupere la concordia.
(*) Este artículo se ha publicado en el número de diciembre de la edición en papel de la revista IPMark