Que cierre una empresa es malo. Creo que el cierre de Fagor y otras empresas del Grupo Mondragón es una muy mala noticia para el País Vasco y también para España. La debilidad de un sistema, el de las cooperativas, que durante más de medio siglo ha sido el motor de toda una zona y que había sido capaz de crear cientos de miles de puestos de trabajo a lo largo y ancho del mundo tiene una importancia mayor de la que se le está dando.
Que cierre un medio de comunicación es también, siempre, una muy mala noticia. Lo es porque cierre una empresa y porque se apague una voz. Y lo es aunque ese medio haya estado, como dicen algunos, mal gestionado y haya sido durante muchos años sólo un instrumento de manipulación.
Hace tres meses describía aquí el mecanismo que se estaba empleando para llegar al cierre de RTVE. Los valencianos han sido más rápidos pero el mecanismo empleado para cerrar Canal 9 ha sido similar: Se coloca a malos gestores; se gestiona mal; se manipula y con ello se va perdiendo audiencia; se llega a una situación imposible de financiar…y finalmente se cierra.
Si eres un enemigo declarado de todo lo público, has triunfado.
Muchas reacciones hacen hincapié en que el cierre de Canal 9 supone el fin del despilfarro. Otros, yo entre ellos, vemos el problema que supone la desaparición de cientos de puestos de trabajo entre los que se encuentran, seguro, un buen número de buenos profesionales.
La Academia de la Televisión se preocupa por lo que pueda tener de precedente. El resto de las televisiones autonómicas podrían ir cayendo una detrás de otra, destruyendo todo el tejido regional de la industria audiovisual. Sería una verdadera catástrofe para el sector.
De hecho el Presidente de la Comunidad de Madrid no ha tardado en amenazar con que Telemadrid puede ser la próxima en caer. El modelo de destrucción no está siendo muy diferente.
El resto de las televisiones autonómicas (que Telemadrid sea la excepción es todo un símbolo) han hecho piña desde la FORTA, el organismo que las agrupa, para ratificar que el modelo de televisión autonómica está vigente y puede cubrir su papel en un momento como el actual en el que las grandes cadenas privadas se han decantado por un modelo de televisión que deja muchas tipologías de programa sin cubrir.
Borja Terán en Lainformación.es recalcaba el papel que han desempeñado los canales autonómicos durante un tiempo y el que podrían seguir cumpliendo en la información y la formación de los ciudadanos. Claro que para ello habría que renunciar a la tarea de manipulación y adoctrinamiento a la que parece que habían decidido dedicarlas muchos políticos.
Es demagógico decir, como ha hecho Fabra, que se cierra una televisión para no tener que hacerlo con un hospital (suena curioso en la voz de quien privatiza hospitales) o un colegio. Pero, como toda la demagogia, seguro que va a tener mucho eco.
Las televisiones autonómicas pueden seguir siendo útiles y desempeñando un papel, además de generar muchos puestos de trabajo en el sector.
Pero desaparecerán si se pone a la zorra al cuidado del gallinero. Los enemigos de lo público tienen un papel claro al frente de las empresas públicas: cerrarlas.
Como tantas otras cosas, del franquismo heredamos un sistema fiscal ineficaz y corrupto que apenas daba para tapar los baches de las ridículas carreteras nacionales por las que circulábamos sin rechistar, como siempre. Alcabalas, sisas, portazgos, montazgos y diezmos conformaban una fiscalidad más propia de un país del siglo XVI que de uno del XX. Con la renovación del franquismo en la persona de Juan Carlos de Borbón mediante los pactos de la transición, Francisco Fernández Ordóñez emprendió una reforma tributaria que quiso ser moderna al crear el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y convertirlo en el principal instrumento recaudatorio de la Hacienda Pública. Aunque menguada y corta, aquella reforma proporcionó al Erario ingresos suficientes para posibilitar, mediante la obra pública, la superación de la crisis de 1973, la más terrible de los últimos cuarenta años. Sin embargo, la reforma de Fernández Ordóñez, muy tímida y recatada, como hemos dicho, tenía un error de nacimiento al basar la recaudación en las rentas del trabajo y no crear los servicios de inspección necesarios para acabar con el endémico fraude fiscal de las clases más adineradas del país, de modo que desde la entrada en vigor de aquella nueva fiscalidad, los ricos siguieron sin contribuir en nada al esfuerzo general del país.
Años después, cuando España comenzaba a ser un país rico, cuando veíamos llegar a los primeros inmigrantes en siglos, al calor de los primeros pasos de la globalización, los dueños de los mercados comenzaron a poner de moda la teoría de que lo mejor para el buen funcionamiento de una economía era reducir los impuestos, sobre todo los directos proporcionales y progresivos que son los más justos. Hasta algún presidente, cometiendo un error de bulto, llegó a decir que bajar impuestos era de izquierdas. Con la llegada de Aznar, Rato y Rajoy al poder se modificó el sistema productivo al darle un valor especial y primordial al sector de la construcción. Durante más de una década el sistema tributario español giró en torno a lo que se recaudaba de la compra y venta de inmuebles, haciendo desaparecer impuestos tan justos como el del Patrimonio y el de Sucesiones, que todavía hoy, sumidos en esta crisis terrible, siguen sin ser rehabilitados porque a los que más tienen en este país no se les toca los bolsillos. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, que es uno de los pilares sobre los que se asientan las democracias más avanzadas, no llegó nunca en nuestro país a cumplir con la finalidad que le es consustancial, pero fue a partir del “Aznarato” cuando se llenó de agujeros: Siguiendo las directrices del poder financiero que ya estaba al acecho de la Caja de las Pensiones, el Gobierno implantó deducciones para todos aquellos que se hiciesen un plan de pensiones privado, normalmente con entidades financieras; deducciones y reducciones por hacer donaciones, mecenazgo o reinvertir en el propio negocio, lo que abría de par en par las puertas al fraude fiscal legal y subvertía los principios de proporcionalidad y progresividad consustanciales a los impuestos directos en los países desarrollados. Si a eso añadimos la aparición de las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV), que tributan al uno por ciento y cuyos máximos exponentes en España son la familia Koplowitz, la familia Pino (propietaria de Ferrovial), la familia Polanco (grupo PRISA), la familia Botín (Banco de Santander), la familia Reyzábal (propietaria de la Torre Picasso de Madrid), Rosalía Mera (fundadora de INDITEX), Isaac Andic (dueño de Mango), el financiero Juan Abelló o Castro de Sousa (dueño de NH hoteles), fácilmente podremos concluir que el agujero hecho al IRPF es tan descomunal como insostenible porque lo reduce a una carga tributaria injusta que cae por entero sobre las rentas del trabajo, es decir sobre aquellas personas sujetas a nómina.
Los gobiernos de derechas y todos aquellos otros que dicen no serlo pero acatan la doctrina neoliberal –que es el fascismo de hoy en día: éste nunca se presenta con la misma cara-, al ver disminuir los ingresos del Estado, pero sabedores de que por ahí no se iba más que a un lugar, a la quiebra de la Hacienda Pública, decidieron subir los impuestos indirectos que gravan el consumo, justo cuando el consumo, que siempre ha sido el motor de la recuperación económica, está por los suelos. Cultura, electricidad, teléfono, combustibles y alimentos básicos han sufrido un incremento tan demencial del IVA que amenaza con hacer desaparecer sectores productivos enteros sin que la recaudación del Estado crezca, más bien todo lo contrario. En estas circunstancias, sólo cabe pensar dos cosas no excluyentes: Que quienes nos gobiernan no tienen ni puñetera idea de nada; dos, que están intentado cargarse definitivamente el Estado del bienestar al dejar al Erario sin recursos. Sólo así se puede entender que a estas alturas de la crisis no se haya hecho una reforma fiscal que prohíba las SICAV, que haga que los ricos paguen lo que les corresponde en el IRPF sin ningún tipo de deducción –se recaudarían más de 35.000 millones de euros anuales adicionales- y que restablezca los impuestos de sucesiones y patrimonio con carácter urgente y general.
La asfixia a que se está sometiendo a la Hacienda Pública española por parte del Gobierno lleva ineludiblemente a un aumento exponencial del déficit público, lo que causará sin demasiada tardanza la privatización de todos los servicios públicos por incapacidad estatal para financiarlos. No se trata de una casualidad, de una consecuencia de la crisis, es pura ideología reaccionaria, puro mercantilismo especulativo y es, sobre todo, una bomba de relojería en el seno del pequeño sistema del bienestar con que hasta hace poco contábamos. De seguir por esta camino, el único servicio público que podrá pagar el Estado será el policial, imprescindible en todo régimen perverso para guardar haciendas, permitir privilegios y acallar protestas.
Pedro Luis Angosto |
nuevatribuna.es | 08 Octubre 2013
Es una pena, como Ud. comenta, que cierre cualquier empresa ya que eso significa que muchas personas dejarán de llevar un sueldo a su hogar. Pero mi opinión, basada en lo que veo en la televisión autonómica de mi comunidad, Canarias, es que estas televisiones sólo sirven para hacer loas al gobierno de turno, CC en este caso, la programación es realmente mala, el director de este servicio público es una persona casi analfabeta funcional, no hay más que ver el programa que llevaba antes de hacerlo director, una persona sin cualificación profesional, un universitario de la vida como él mismo se ha declarado.
Se puede hacer una televisión amena e instructiva pero como lo que se quiere es seguir fabricando borregos eso no interesa.
Dos artículos relacionados:
Las productoras hacen hincapié en la pérdida adicional de puestos de trabajo indirectos que supone el cierre de televisiones autonómicas:
http://www.formulatv.com/noticias/34051/pate-rtvv-existencia-radiotelevision-autonomica-necesaria/
y Una periodista en Paro nos recuerda que la manipulación informativa y la corrupción han tenido mucho que ver en el cierre de Canal 9:
http://periodistaparada.blogspot.com.es/2013/11/latrocinios-corrupcion-y-desprestigio.html?m=1
Josep Torrent y Ferran Bono cuentan toda la historia de Canal Nou en El País:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/08/actualidad/1383943043_091143.html
Y un tuit de Rafa Merino que veo retuiteado por Norma Dragoevich:
Lo de Canal 9 es reflejo de lo q nos pasa a casi todos: ignoramos lo q va mal mientras no nos afecte. Luego ya es tarde…”
Mucho lujo para nuestra vista y nuestra capacidad de entender. Muchos canales privados extranjeros y nacionales. Para ver solo un canal que más nos agrade la vista. Ya que al entender solo buscar el placer en tu tiempo libre. Porque gastar siempre más dinero público en cosas innecesarias. Cuando nos quejamos de la salud y la educación.
Que dificil mantener un canal que ha sido utilizado como propaganda durante tantos años.
Carla
http://www.lasbolaschinas.com
Cuando a una persona se le obliga a ir contra sus principios (si es que los tiene) y el código deontológico de su profesión, lo único que le queda es la dignidad de protestar, marcharse denunciando la manipulación y no seguir contribuyendo servilmente con su trabajo y esfuerzo a perpetuar la mentira y el sectarismo. Todo lo contrario de lo que han hecho la mayoría de los periodistas de Canal Nou, muchos de ellos paniaguados del PP y ahora tan sorprendidos por el cierre de una cadena zombi que llevaba décadas oliendo a muerto.
Y el argumento que esgrimen los trabajadores ahora para explicar tantos años de seguidismo ha sido utilizado muchas (demasiadas diría yo) veces para justificar la inoperancia y el servilismo hacia el poder: yo no puedo hacer nada, por lo que sigo los dictados de mi jefe aunque estos sean antidemocráticos o hasta ilegales. Es lo que en el Ejército se llama obediencia debida. Y luego poco a poco se va cayendo por una pendiente de degradación moral que demasiadas veces acaba en una tragedia. Sólo hay que leer un poco de historia para ver adonde pueden llevar estas situaciones. Porque si todos los ciudadanos nos amoldamos servilmente al poder, pues al final podemos acabar en una dictadura, ya que desgraciadamente, las democracias no son rocas caídas del cielo sino que por el contrario son como las plantas hay que cuidarlas, mantenerlas y luchar por ellas día a día entre todos. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/12/espana-cada-vez-mas-cerca-de-al-andalus.html
¿Y ahora, qué? Durante muchos años, la Comunidad Valenciana ha sido una verdadera vergüenza en muchas cosas (Canal 9, Terra Mítica, las «cosas de Fabra», «Gürtel» , » Brugal» la CAM), y todo el mundo callaba y seguía votando a una derecha lamentable, con las peleas entre Zaplana y Camps, y con una colección de imputados o procesados, con «enchufados por todas partes, con una TV manipulada hasta la nausea. Ahora viene el llanto y crujir de dientes, con una Comunidad rescatada, sin dinero para pagar a las farmacias, con una Ciudad de las Artes y las Ciencias que es un desastre y a la que muchos llaman «La Ciudad de los Fraudes y las Quiebras». ¿Quiénes son más culpables, los políticos que han gestionado este latrocinio, o los que les han votado repetidamente, aun sabiendo que estaban rodeados de corrupción?
La audiencia de Canal Nou aumenta con el cierre:
http://www.prnoticias.com/index.php/television/403/20125648
La programación de denuncia hecha por los trabajadores consiguió multiplicar por tres la audiencia anterior.
Daños colaterales: los publicitarios de la Comunidad se consideran «víctimas civiles»
http://www.ipmark.com/noticia/14842/MEDIOS/publicitarios-valencianos-consideran-?v%C3%ADctimas-civiles?-cierre-rtvv.html
Lamento el cierre de RTVV porque se van a quedar sin trabajo en torno a 1.700 personas.
En cualquier caso, en algún momento en la Comunidad Valenciana tendremos que empezar a ver qué es lo que podemos mantener con nuestros medios. Es cierto que el PP ha dejado la Comunidad hecha un erial, pero si partimos de la base de que, en este país, el que la hace no la paga, y si la paga, no devuelve jamás un euro, tendremos que empezar a mirar hacia el futuro. ¿Quien va a pagar el déficif futuro de RTVV?, ¿y el del Valencia CF, y los 400 millones que se adeuda de la America`s Cup, y los 250 que hay que devolver de la Ciudad de la Luz?. La lista sería enorme.
Durante décadas nunca hemos preguntado lo qué cuestan las cosas… a así nos ha ido. Ahora parece que todo el mundo quiere mantener la RTVV, pero siguiendo la costumbre del país nadie quiere poner un euro… para eso pagamos impuestos, faltaría más!
Cualquier empresa pública tiene una gran probabilidad de terminar sobredimensionada, con corrupción y con pérdidas permanentes. Si esa empresa pública (e incluyo entidades financieras que son de todos y de ninguno), es de la Comunidad Valenciana, no hay ninguna duda de cómo terminará, sea la empresa que sea, sólo es cuestión de tiempo que termine en la quiebra que pagarán todos los valencianos.
Repito y termino, lamento el cierre de RTVV, pero como no empecemos a quitarnos grasa de encima rápido y en cantidad, nuestros nietos no terminarán de pagar las deudas en las que les hemos metido.
Diez opiniones valencianas sobre el cierre de Canal Nou:
http://www.valenciaplaza.com/ver/107757/una-semana-despues-diez-ecos-sobre-la-orden-de-cierre-de-rtvv.html