Durante casi cien años, los estudios basados en muestras representativas, de tamaño relativamente pequeño, han sido la base de las investigaciones sociológicas cuantitativas.
Cuando el pasado mes de diciembre murió Carlos Lamas, que siempre fue un gran defensor de este tipo de técnicas, planteé al consejo editorial de I&M que un número de este año se dedicara a analizar el papel de los estudios basados en muestras representativas: en el pasado, ahora y en el futuro, si creemos que pueden seguir siendo útiles para el conocimiento de la realidad social.
Siempre he sido bastante ingenuo y me imaginé un número con numerosas colaboraciones, tanto de personas que trabajaron con Carlos, como de otras que lo admiraran o, simplemente, que trabajan, han trabajado, o piensan seguir haciéndolo, con estas técnicas.
Pero me da la impresión de que no ha sido así, conseguir unos cuantos artículos ha sido laborioso. Más bien parece que se cumple la frase con la que titulé mi artículo de entonces: “En vías de extinción”.
La representatividad ganó una gran parte de su prestigio cuando en las elecciones presidenciales de 1936 en Estados Unidos, Gallup acertó que el demócrata Roosevelt sería el ganador con un estudio basado en sólo 5.000 entrevistas. La prestigiosa revista Literary Digest había realizado una macroencuesta entre sus lectores en la que obtuvo dos millones de respuestas y daba como ganador al otro candidato, el republicano Landon. Parece que entre los lectores se daba un cierto sesgo conservador.
Desde entonces se han realizado cientos de miles de estudios, tanto políticos como comerciales o sociológicos que mostraron su capacidad de reflejar las opiniones del conjunto de la sociedad, redujeron la incertidumbre y ayudaron a tomar miles de decisiones.
Cuando llegó la digitalización empezamos a poder manejar grandes bases de datos desestructurados y el tamaño y el hecho de que fueran datos de personas concretas de las que se podía seguir su huella hizo que ganaran terreno para la investigación.
En paralelo, la representatividad de las muestras con las que se elaboraban estudios on line pasó a ser algo menor, especialmente en el caso de algunos grupos sociales, que tardaron más en acceder masivamente a internet.
Además, Internet dio lugar a una infinidad de fenómenos muy minoritarios, que habrían precisado de muestras representativas de tamaño muy grande para medirlos con la fiabilidad necesaria.
Como consecuencia de todo eso parece que, aunque todavía muchos grandes estudios se basan en ellas, solas o en compañía de otros métodos, el futuro ya no pasa por las muestras representativas. Podrían tener aún un papel como complemento a otros estudios basados en el análisis de bases de datos, pero no como fuente única de conocimiento.
No sé si la investigación será mejor ahora, pero una época interesante y en la que hemos analizado con éxito muchos aspectos de la sociedad parece que toca a su fin.
(*) Este artículo se ha publicado en el número 155 de la revista Investigación y Marketing de la asociación I+a.
(**) En este momento, en plena campaña electoral, cuando nos hemos visto abrumados por varias encuestas cada semana, parece un poco arriesgado hablar del fin de las encuestas con muestras representativas, aunque a la vista de sus previsiones no estaría mal profundizar en los sesgos que introduce cada casa de encuestas.
Salvo que se trabaje con el 100% del universo (o casi), por muy grande que sea una base de datos o hablemos de millones y millones de registros (ahora se llama Big Data a cualquier cosa…), si no es representativo, servirá para hacer negocios en Marketing Directo (sí, es marketing directo, con nuevas formas, canales,… pero eso) pero no será representativo. ¿Cuáles son los objetivos? Esa es la clave. El tamaño importa, pero la calidad y como se usa es más importante. Y que no me sea nadie mal pensado ;P
Muchas gracias, por tu comentario, Justerini.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Sin tener nada contra el marketing directo, ni contra las páginas amarillas, la digitalización nos ha llevado al triunfo de esas dos actividades, descartando todas las otras opciones del marketing tradicional.