Circula estos días por las redes un chascarrillo interesante: En el 68 eran los estudiantes; ahora son los jubilados. ¡Son los mismos!
El 68 también fue muy importante en el campo de la publicidad española: este año cumplen sus primeros 50 dos instituciones clave para nuestra profesión: el EGM y AEDEMO.
(El 68 fue también un año fecundo en la producción de buenos publicitarios: hubo un momento en el que todos los miembros de mi equipo habían nacido ese año)
El EGM ha sido la pieza fundamental en la planificación de medios y en la medición de audiencia de los medios; fue también el germen de la AIMC, que ha ido mucho más allá, realizando otros estudios y la auditoría de muchos más. Ahora es también, junto a la AEA y la IAB, promotora del concurso para determinar un nuevo medidor digital recomendado. Este mes de abril es clave; espero que los componentes de la mesa de contratación tomen la decisión adecuada.
AEDEMO, la asociación de los profesionales de estudios de mercado y de opinión, ha jugado un gran papel en mantener la calidad de las investigaciones en las que se basa una gran parte de la actividad publicitaria. Su mayor notoriedad la ha conseguido organizando seminarios, especialmente el de Televisión, que reúne cada febrero a los profesionales de este medio y de la publicidad. En el campo digital un seminario mucho más joven, La @, aspira a conseguir igualar con el tiempo la influencia de su hermano mayor.
El socio número 2 de AEDEMO es Julián Bravo, que también estuvo en la creación del EGM (que años después presidió desde la AIMC). Unos cuantos años después Julián fundó, con algunos colegas de la misma generación, la Academia de la Publicidad. ¡Son los mismos!
La Academia está presentando ahora su nuevo rumbo, poniendo el énfasis en los valores clave: mérito, integridad, generosidad y ejemplaridad, que se reflejan en la nueva imagen y el nuevo logotipo. La llegada de Pablo Alzugaray y la nueva Junta Directiva se está traduciendo en esos y muchos otros logros; toda una reinvención de una institución joven y cada vez más necesaria.
Porque es muy necesaria la defensa de la Publicidad, desde valores como la integridad y la ejemplaridad, en unos tiempos en los que se duda de su necesidad y su eficacia y se habla cada vez más de opacidad y fraude.
Las tecnologías digitales han traído muchas ventajas a nuestra vida; también a la publicidad. Pero también han traído nuevas posibilidades de fraude. Siempre ha existido fraude; siempre han existido delincuentes; en nuestra actividad y en cualquier otra, pero debemos luchar para evitarlo, con buenas mediciones y mucha profesionalidad. Recuperemos el espíritu del 68.
(*) Este post es una ampliación del artículo que se publica en el número de marzo de la revista IPMark en papel.