La Infanta y la rampa

Al final la Infanta no ha hecho el paseíllo y ha bajado la rampa en coche. Eso no ha evitado que se tomen unas imágenes al bajar del coche que nos hartaremos de ver en los próximos días.

Todos somos iguales ante la Ley (o eso dicen). Pero no todos somos iguales ante los medios.

Si yo (o usted, querido lector) fuéramos a un juzgado, incluso al de Palma, la Ley seguramente sería con nosotros más dura que con la Infanta, pero no habría periodistas de quinientos medios esperando para sacar esas imágenes morbosas que luego serán portada de periódicos y se repetirán una y mil veces en los noticiarios, los programas de debate (léase Sálvame y similares) y los del corazón.

No tengo especial simpatía por la familia de la Infanta. Nunca he sido monárquico aunque a veces, cuando veo la clase política de la que disfrutamos y si pienso quién sería ahora el Presidente de una supuesta  tercera República, me empiezan a entrar serias dudas.

El caso de la Infanta, o el caso Aizoon, o el caso Urdangarín, sólo es una pequeña gota en el mar da la financiación ilegal de los partidos. Y sin embargo alguien (que seguramente no serán los partidos) ha conseguido que el foco de atención se ponga en la audiencia de Palma y se desvíe de los Gürtel, EREs, ITVs, y tantos otros que con seguridad son más relevantes.

¡Qué maniobra tan inteligente! Un ilusionita como David Coperfield no lo habría hecho mejor.

Probablemente* no la Infanta, pero sí su marido y su socio, acaben con un castigo ejemplar (que, también probablemente, no cumplirán).

También muy probablemente los líderes de los partidos se irán de rositas. Todos piensan que su financiación viene del cielo por obra del Espíritu Santo.

Mientras tanto nos habrán tenido entretenidos hablando de si la Infanta bajará o no a pie los cincuenta pasos de la famosa rampa.

(*) Probablemente: se utiliza en aquellos casos en los que, en función de la información disponible hasta ese momento, la probabilidad de que un suceso ocurra se aproxima a la unidad.

9 comentarios en «La Infanta y la rampa»

  1. Se ha generado tanta expectación…Y las cosas importantes por solucionar, es increible como se consigue dirigir la opinión y actos de la gente, como si fuéramos niños fáciles de manejar. Los medios simplemente siguen el cash, y esto vende.

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  2. «Me contaba la anécdota uno de los asistentes a una cena que presidía la reina Sofía hace ya unos cuantos años, cuando la monarquía todavía era campechana. En la mesa en la que se sentaba la reina, la esposa de un político de renombre comenzó a despotricar sobre sus hijos adolescentes: «Los hijos lo quieren todo, la consola, el dinero, no quieren estudiar, lo quieren todo hecho en la vida”. Y remató su reflexión con el Premio a la Frase Bocachancla del Año: “¡Si es que ahora los hijos viven como… reyes!». A continuación, silencio embarazoso de los comensales y Sofía tirando de trucos diplomáticos para sacar la conversación del atolladero.

    Y tenía razón: los Reyes han vivido como reyes, más consentidos que admirados, entre algodones mediáticos, méritos exagerados y mimos con forma de yate. Pero esa vida de estrellas de rock se ha ido desvaneciendo a medida que dejaban de pincharse en España los grandes éxitos de la Transición. Las llamadas de la Zarzuela no achantan como antaño y entre sus logros recientes está que a la revista ‘Hola’ se le ha escacharrado el Photoshop de tanto darle al filtro ‘papada cut’.

    La Casa Real se cayó en la marmita de la Transición y durante casi cuatro décadas los superpoderes le han servido para engatusar a directores de periódico, presidentes del Gobierno y asiduos al IBEX 35. Y siguen encamados brindándose arrumacos, pero la escena se ha tornado forzada y no hay quien disimule el decorado de cartón piedra del fondo; se le ven las costuras al anuncio de compresas hiperfeliz que nos han vendido todos estos años. En 2008 cayó Lehman Brothers, entre medias la gente se cabreó y ahora el rey no se puede ir de farra y la monarquía sale goleada en las encuestas. Las penurias de vivir en la postransición. Todo es cuestionable. El trono, también.

    El cuestionamiento, sin embargo, merodea muy cerca del rey pero sin adentrarse en la zona cero de la Casa Real. Todavía tenemos que acudir a la prensa en inglés para preguntarnos cómo ha podido el rey acumular su fortuna. Aunque el círculo se va cerrando y a su hija pequeña la han reimputado -la hija que no sabe nada del padre que no sabe nada- a pesar de que Rafael Spottorno se había travestido de Martirio, con carucha de pena y lagrimotas que pedían clemencia. Pero nada. Es todo muy raro. La pócima de Panoramix ya no funciona y los Reyes ya no viven como reyes.

    En todo caso, a falta de enredar demasiado en las cuentas del rey, en España, país de chismes por encima de todas las cosas, hemos preferido husmear en sus pecados privados que, si nos atenemos a la lista de los programas más vistos de la televisión, son los pecados que importan, y los que pueden darte un disgustazo. Y el rey ya no puede cazar elefantes, le airean supuestas amigas para que no trasnoche y le han dicho que se dedique a reinar, que es lo más aburrido que tiene ser rey en España. Hace unos años a Juan Carlos le augurábamos una jubilación a lo Hugh Hefner y se le está quedando la vejez como la vida en un internado victoriano, con todo el mundo atreviéndose a organizarle la existencia y dándole la pelmada con que no tome vino blanco en las comidas (esto me lo chivó un camarero al que adoctrinaron para que no le sirviera vino blanco al rey «porque le sienta mal» y el rey, como hace todo hijo de vecino con lo que le sienta mal o demasiado bien, pidió que le llenaran la copa y el camarero se la llenó, que para eso es el rey y esto es España, cojones ya).

    En fin, al rey se le ve tan mayor que hasta los acólitos lo quieren jubilar antes de que se lleve la institución real por delante con uno de sus titubeos. Porque el rey titubea en los discursos, y los periódicos -esto es lo nuevo- escriben la palabra titubeante como nunca se había escrito antes, muy a la tremenda, como si el cielo fuera a caer sobre nuestras cabezas. Y lo que ocurre es que el rey titubea por falta de luz en el atril. Lo afirma la Zarzuela y se lo hemos dicho a nuestras madres más de una vez cuando llegábamos piripis a casa con dieciséis años: “Ama, es que me han echado algo en el kalimotxo y había poca luz en el atril”. Algo en el kalimotxo, la luz me la enciendan, por favor… y el príncipe Felipe dándose cabezazos contra la pared y preparando el currículum por si hay que entregarlo en una empresa eléctrica.

    Yo no soy experto en la Casa Real, pero el otro día mi abuela llegó tarde a la cena de Nochebuena y se perdió el discurso del rey en la tele. Algo insólito. Si a mi abuela se le pasa el discurso y ni siquiera puede decir «qué mayor está el rey» en Nochebuena, es que la monarquía está a puntito de caramelo. Así que mientras una parte de los monárquicos, los indiferentes y desapasionados, se despistan como mi abuela y ni les va ni les viene, la otra parte, la de los fans borbónicos, le recuerdan asustados al rey que lo mejor es abdicar a tiempo que ciento volando, no vaya a ser que la luz que se ve al final del túnel no sea la lámpara del atril ya reparada sino la luz republicana después de casi cuarenta años de monarquía en España».

    por Iker Armentia
    08/01/2014
    eldiario.es

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  3. Aquí hay que hacer limpio y majo, demasiada corrupción y encima siguen todos aferrados a la poltrona. Si los políticos y sindicalistas tuvieran un mínimo de vergüenza habrían dimitido en masa hace ya mucho tiempo. Y a a Casa Real hay que recordarle que como la mujer del César además de honrada tiene que parecerlo.

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  4. LA INFANTA, INOCENTE
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    …Triunfo este fin de semana de la democracia española, de la Justicia, con las declaraciones de la Infanta Doña Cristina ante el juez Castro. La hija menor del Rey dijo la verdad, no incurrió en ninguna contradicción y siempre estuvo tranquila, sonriente. Vaya por delante primero que la Infanta está imputada, nunca procesada, acusada o culpable. Y estar imputada es simplemente estar afectada por una investigación abierta, con todas las garantías legales de presunción de inocencia. Máxime cuando Doña Cristina ha sido quien se ha prestado voluntariamente a declarar ante el juez.
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    …Y como era de esperar el pasado sábado confirmó que usó la tarjeta de Aizoon para gastos personales, pero sin conocer la cuenta vinculada a dichos gastos. También reconoció haber seleccionado al personal de servicio, aunque nunca le pagó “en negro”. Aseguró que la casa de Pedralbes la pagó con los 1’2 millones de euros que le pidió prestados a su padre el Rey. Dinero que le está devolviendo poco a poco.Y fundamental: las cuestiones fiscales eran competencia del gabinete Medina-Tejeiro y el pago de gasolina lo hacían sus escoltas, como es lógico.
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    …Por tanto, y como acabó reconociendo el letrado de la hija del Rey, “ha quedado muy claro lo que sabía [la Infanta], lo que no sabía, lo que debía saber y lo que no debía saber”.
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    …Como ni el fiscal ni la acusación particular van a presentar acusación contra ella, la Infanta sólo pagará unos 700.000 euros atendiendo al artículo 122 del Código Penal que señala que aquella persona que hubiere participado en los efectos de un delito o falta, está obligada a la restitución de la cosa hasta la cuantía de su participación. Es decir, al pago de la mitad de los 1’4 millones recibidos por Aizoon desde el Instituto Nóos, y que Doña Cristina gastó sin saber la procedencia de ese dinero, sólo por confiar a ciegas en su marido, Iñaki Urdangarín.
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    …En definitiva, la Infanta Doña Cristina es inocente de todos los delitos que se le imputan. Y por ello será absuelta. Le pese a quien le pese. Y me refiero a los portantes de la banderita republicana y de los pendones de la Hoz y el Martillo. Muy pocos, por cierto, este sábado, en la cuesta de los juzgados de Palma. 2 decenas nada más.

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