Mis lecturas de 2020 (Ficción)

Llevo ya unos cuantos años leyendo alrededor de un libro por semana; algo más de cincuenta a lo largo del año.

Me jubilé a finales de febrero del año pasado; parecía que, con más tiempo disponible, leería aún algo más. A los pocos días vino el primer confinamiento, aquel en el que no nos permitían prácticamente salir de casa; eso eliminaba Mis paseos por Madrid, así que parecía que podría dedicar aún más tiempo a la lectura.

Pero no fue así. Al terminar el año veo que he leído 48 libros, algo menos que la media de los últimos años. En concreto 11 menos que en 2019, un año en el que aún trabajaba, tuve varias operaciones que me complicaron la vida y hasta hice un viaje importante. 30 de esos libros son de ficción, 2 de realidad novelada y los 16 restantes de no ficción.

No suelo fijarme en el género del autor, pero en algún momento del año vi que, sin darme cuenta, había encadenado varios libros escritos por mujeres: 19 de los libros que leí el año pasado tenían autora; 2 eran textos colectivos, de varios autores, y los 27 restantes estaban escritos por hombres.

Es complicado hacer una selección entre tantos libros, sobre todo cuando algunos hace ya un año que los leí y de otros hace apenas unos días que los finalicé. Pero lo he intentado: de todas esas lecturas voy a destacar aquí 18 libros, 10 de ficción y 8 de no ficción. Algunos los he reseñado en otros momentos del año, tendrán un enlace a la reseña, otros los menciono aquí por primera vez.

En realidad esta selección incluye una pequeña trampa. Uno de los diez libro de ficción que he elegido es La crónica de los Cazalet, de Elizabeth Jane Howard, una saga de cinco libros, de la que ya hable aquí y aquí.

Portada de Salvar el fuego, de Guillermo Arriaga. (FOTO: E.Madinaveitia)

Seguramente el libro que más me ha impresionado es Salvar el fuego, de Guillermo Arriaga. A partir de una historia de amor un tanto inverosímil, entre una coreágrafa de clase alta con la vida resuelta, y un condenado por asesinato, nos muestra las dos caras del México actual, con los poderes paralelos de los cárteles, la corrupción, la vida en las cárceles y la violencia extrema, que acompañan a un amor también extremo. Todo ello con un magnífico uso del lenguaje, que capta los matices de los diversos ámbitos en los que se mueven los personajes.

Varios de los libros que he seleccionado tienen que ver con el terrorismo. En la primera parte del año, antes de que se hablara de confinamientos, leí Khalil, de Yasmina Khadra (un caso curioso de escritor árabe, en concreto argelino, con pseudónimo femenino). Me lo recomendó mi amigo Jesús Muñoz. Khalil es un inmigrante de segunda generación; marroquí nacido en Bélgica, que es captado por el fundamentalismo islámico para realizar un atentado en París. Cuando fracasa en su intento vienen todas sus reflexiones, los problemas para enfrentarse a sus mentores, a sus amigos y a su familia. Su vida habrá cambiado a partir de ese momento.

Los otros dos tratan de un terrorismo más cercano: en Leyendas y banderas, de María Santórum, un joven guardia civil llega a Kuartango, el bello valle del oeste alavés, muy poco poblado, con la misión de infiltrarse en lo que parece un grupo afín a ETA, ya en los últimos años de existencia de la banda. Ya hice una reseña aquí al final del confinamiento.

También reseñé ya, aquí, El mal de Corcira, la novela de Lorenzo Silva que, a partir de un crimen aparentemente común, nos cuenta la lucha contra ETA en sus últimos tramos.

Portada de El maestro Juan Martínez que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales (FOTO: E.Madinaveitia)

A principios de año leí El maestro Juan Martínez, que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales, a quien ahora se cita mucho. Es una biografía novelada del bailaor flamenco Juan Martínez y su mujer a quienes les tocó vivir sobre el terreno la revolución rusa de 1917 y sus primeros años, con los cambios de poder entre rusos blancos (o cosacos ucranianos) y bolcheviques. Un libro muy interesante, con la magnífica prosa de Chaves Nogales y los altibajos en la suerte de los dos protagonistas a medida que iba evolucionando la situación.

Estábamos terminando el primer estado de alarma cuando leí El olor del bosque, de Hélène Gestern, una escritora francesa que no conocía antes. Es una historia sorprendente construida a partir de una colección de postales enviadas por un combatiente en la Primera Guerra Mundial. Me gustó mucho. La reseñé aquí.

También está relacionada con la Guerra Mundial, en este caso con la Segunda y el periodo entreguerras Los fuegos de otoño, de Irene Nemirowsky. La reseñé aquí al poco tiempo de leerla.

Terra Alta, ganadora del Premio Planeta de 2019, es la primera incursión de Javier Cercas en la novela policiaca actual, saliendo de su habitual reconstrucción novelada de hechos históricos recientes. La leí al principio del confinamiento y la reseñé aquí.

Ya cerca del final del año leí El enigma de la habitación 622, en la que Joël Dicker da una vuelta más en sus thrillers y se convierte en personaje de su propia obra, con todo un juego de máscaras y personalidades múltiples. Entretenida como todas las anteriores.

Deja un comentario