Durante el encierro y las sucesivas fases de desescalada he leído un total de nueve libros de ficción, prácticamente todos novelas, si bien de géneros diferentes. En general he disfrutado con ellos, aunque no siempre en el mismo grado.
El comienzo del encierro me sorprendió cuando tenía a medias Yo, Julia, una novela histórica. Me habían hablado muy bien del autor, Santiago Posteguillo, de quien no había leído nada antes; el título traía recuerdos del Yo, Claudio de Robert Graves, que me encantó en su momento. y lo empecé muy ilusionado. Pero según lo iba leyendo en aquellos momentos tan extraños, se me fue haciendo un poco pesado. Creo que no fue una buena elección para el comienzo de unos días excepcionales en los que estábamos muy pendientes de la triste realidad y en los que, seguramente, habría venido mejor un contenido más ligero, más favorable a la evasión. Se me hizo larga y premiosa. No sé lo que habría pasado en el caso de leerla en otras circunstancias.
Fue casualidad que a la novela que ganó el Premio Planeta en 2018 le siguiera en mis lecturas Terra Alta, de Javier Cercas, la ganadora del mismo premio el año siguiente. Aquí los resultados fueron muy diferentes. Ya había leído varios libros de Cercas, casi todos basados en la recreación de hechos reales, y creo que en todos los casos me gustaron. En esta ocasíon corría (yo) un cierto riesgo: el nuevo libro era una novela negra, con hechos inventados y unos nexos con la realidad basados más en la geografía, la zona del Bajo Ebro en la provincia de Tarragona donde se desarrollan los hechos, que en la historia, aunque la batalla del Ebro, la más dura de la Guerra Civil, y el frente de Gandesa, que recordábamos de una canción de aquella guerra, tienen una presencia marginal y de fondo.
El resultado, en mi caso, fue muy positivo. Lo leí con facilidad y con gusto; acepté sin problemas el giro final de la obra; ya me he acostumbrado a que las novelas policiacas actuales se resuelvan con una situación sobre la que el lector ha tenido poca información anterior.
A lo largo de la novela, Cercas, mezcla con habilidad el pasado de Melchor, el policía encargado de resolver el delito cometido en un pequeño pueblo de la comarca, con la investigación actual de los hechos. Los personajes de Melchor, su mujer, la bibliotecaria del pueblo, Vivales, su mentor y los Adell, los ricos de la zona y victimas del crimen, están muy bien construidos. La trama atrapa. Me gustó.
Y tras dos novelas españolas, las dos ganadoras del Premio Planeta, hice un giro bastante radical, aunque seguí con autores, en este caso autora, premiados. Los errantes, de Olga Tokarczuk, la ganadora del Premio Nobel de 2018, entregado en 2019, fue mi siguiente lectura.
Los errantes tiene una estructura curiosa: una serie de relatos más o menos cortos, en muchos casos sin aparente relación entre sí, salvo la de los viajes, van construyendo una trama abierta en la que también juega un papel importante el fenómeno de la plastinación, la conservación de cuerpos, o partes de cuerpos, con su aspecto real, a través de los siglos.
Un libro sorprendente, curioso e interesante, de una autora de la que ya había leído Sobre los huesos de los muertos, una novela también sorprendente, muy interesante, mezcla de novela de intriga, ecologismo y mundo rural centroeuropeo.
Ahora, al hacer recuento, caigo en la cuenta de que seis de las nueve novelas que he leído en este periodo están escritas por mujeres. No sé si se debe hablar de literatura femenina; yo creo que es mejor pensar en que mucha de la buena literatura actual está escrita por mujeres.