Creo que soy un buen lector; al menos en cantidad de libros leídos. Cada año suelo leer algo más de cincuenta libros, más o menos a una media de uno por semana. El año pasado leí 59, algo más que esa media.
Este año esperaba leer más; me jubilé a finales de febrero. Iba a tener todo el tiempo del mundo.
Y entonces llegó el Covid 19, la pandemia que nos encerró a todos en casa. Parecía que todos los astros se conjuntaban para que leyera más que nunca. Todavía tendría más tiempo.
Pero no ha sido así.
He leído; ¡claro que he leído! pero he hecho muchas otras cosas que no sospechaba que me llevarían tanto tiempo. ¿Cuántas videoconferencias habré hecho en estos tres meses largos? Seguramente más de doscientas. ¿Cuánto tiempo le he dedicado a este blog y a los resúmenes de lo que iba encontrando en los medios? Sin duda mucho más que si me hubiera limitado a escribir artículos normales. También empecé el Foro Vigía, para debates profesionales, pero me fui desinflando poco a poco. El tiempo que dediqué a los monótonos paseos por el pasillo no creo que haya sido mayor que el que dedico siempre a mis paseos por Madrid (o por el lugar en el que esté).
Siempre suelo leer varios libros a la vez, alternando a cada rato. Siempre hay entre ellos, al menos, uno de ficción y siempre hay uno, o varios, de no ficción; en muchos casos relacionados con mi antigua profesión; no sé si eso cambiará ahora.
Durante la cuarentena leí que mi admirado Eduardo Mendoza hace algo parecido, alternando varios libros, de ficción y no ficción
Al revisar mis lecturas durante las catorce semanas de estado de alarma, veo que he terminado doce libros (¡ni siquiera llega a uno por semana!); algunos de ellos los tenía a medias cuando empezó el confinamiento; hay algunos otros que terminaré en las próximas semanas.
De los doce libros que he terminado durante ese largo periodo ocho son de ficción y cuatro de no ficción. También hay dos de no ficción entre los que terminaré en los próximos días.
Me encantó El naufragio de las civilizaciones, de Amin Maalouf. En algunos sentidos me recordaba a las mejores obras de recuerdos de Stefan Zweig. La desaparición del Egipto o el Líbano tolerantes y mezcla de razas cultura y religiones que vivió el autor en su infancia, tiene un cierto paralelismo con la destrucción del ambiente cultural de la Viena del primer tercio del siglo pasado que describía el escritor vienés.
En sus reflexiones, Maalouf lamenta que ni Europa ni Estados Unidos fueran capaces de liderar moralmente el mundo nuevo que apareció tras la caída del comunismo. También analiza los problemas de la globalización, cuyas peores repecusiones estábamos viviendo justo cuando, por la pandemia, yo leía su libro.
Me llamó mucho la atención el énfasis que da el autor al año 1979, que llama el año del gran vuelco, en el que coinciden varios hechos que acabaron siendo muy relevantes para producir un giro conservador en el mundo: el triunfo de los ayatolahs en Irán, de Margareth Tatcher el el Reino Unido y el de Ronald Reagan en estados Unidos, se unieron a la elección pocos meses antes del Papa Juan Pablo II.
Un libro muy interesante, de capítulos cortos, que se leen con facilidad y con temas de gran actualidad.
Siempre me gustó mucho leer a Martin Gardner, al que conocí en sus artículos en la revista Investigación y Ciencia. Luego busqué y leí con agrado, todos los libros de pasatiempos matemáticos, paradojas y similares que fui encontrando. Cuando vi que se publicaba Puro abracadabra lo busqué por todas partes y, aunque me costó, terminé encontrándolo. Se trata de las memorias, que el autor escribió al final de su vida, ya cumplidos los noventa y un años. Seguramente esa es la explicación de que el libro quede un tanto deslavazado y que no cumpliera del todo mis expectativas. En el libro recorre toda su vida, el paso por distintas universidades y por la marina durante la segunda guerra mundial, su matrimonio (cuenta que se enamoró del olor de su mujer), su paso por Scientific American (la versión original de nuestro Investigación y ciencia) y otras publicaciones, su interés por la magia, donde alcanzó un nivel muy alto, y muchas de sus teorías; entre otras arremete contra las seudociencias, la homeopatía, la domótica, los antivacunas,el creacionismo (la interpretación literal de la creación del mundo en seis días),…pero yo eché de menos algo más de problemas matemáticos, enigmas y paradojas, que es con lo que me ha divertido a lo largo de los años.
Recuerdo que cuando murió, justo durante la cuarentena ha hecho diez años, escribí este artículo en este blog.