Pensaba haber dedicado una única entrada a mis lecturas de no ficción, pero se empezaba a alargar y el software ha dado algún problema, así que decidí dividirlo en varias partes.
Paseos por el Madrid de los Austrias, de Luis Fernández, es un libro que ya tenía muy avanzado cuando empezó la cuarentena. Lo compré el año pasado, durante uno de mis paseos, en La Librería, que además de serlo especializada en libros sobre Madrid, es también editorial. Me la encuentro muchas veces al deambular por la calle Mayor. Lo iba leyendo poco a poco y anotando los lugares comentados para ir a verlos y fotografiarlos cuando acabara el encierro. Ya lo hacía antes, pero durante la cuarentena me servía también para llenar el vacío de mis paseos habituales. Cuando andaba por el pasillo podía imaginarme que iba a la Corredera Baja a ver la maravilla de San Antonio de los Alemanes o me acercaba a la Plaza de la Paja o los alrededores del Palacio Real, como en uno de mis últimos paseos de verdad, el que di con Maite Sáez, que ya comenté aquí.
Hacía tiempo que no leía nada de Paul Preston, así que cogí con ganas Un pueblo traicionado, todo un tratado sobre la corrupción a lo largo de los dos últimos siglos de la historia de nuestro país. Siempre me ha llamado la atención el peso que tienen en el análisis de nuestra historia los historiadores anglosajones. En el caso de Preston, el amor por España y por su pueblo, choca con la crítica desaforada de los dirigentes. Parece que no ha habido ningún momento, a lo largo de los siglos XIX y XX y en este comienzo del XXI, en el que la corrupción no haya asolado la política española. Da lo mismo monarquía o república, dictadura o democracia, conservadores o liberales, socialistas o populares: en todos los casos la corrupción ha tenido un lugar preeminente. Siempre los gobernantes han defraudado las esperanzas que el pueblo depositaba en ellos.
Los nombres de Lerroux o de Juan March aparecen reiteradamente en el libro. Los intentos del pueblo, de la nación, por llegar a un sistema político que acompañe a las libertades con una buena gestión política, parecen estrellarse una y otra vez con una realidad hostil. Al terminar la lectura me quedé con una sensación extraña: en la política española siempre ha habido corrupción, incluso de forma abundante, pero ¿somos tan diferentes de otros pueblos? ¿Va en nuestra idiosincrasia? ¿Es una maldición divina? Me habría gustado tener algún tipo de comparación con otros países, saber cómo lo hacen para minimizar el problema de la corrupción de sus dirigentes que, seguro que en alguna medida, también existirá.
A lo largo del estado de alarma he ido leyendo también otros dos libros de no ficción, que aún no he terminado. Cuando acabé con el Madrid de los Austrias empecé Paseos por el Madrid de los Borbones, de Luis Fernández, el mismo autor. Tampoco he conseguido terminar Capital e ideología, de Thomas Piketty, un libro muy interesante, pero tremendamente largo: he pasado ya la página 960 y aún me quedan casi trescientas. Me llamó la atención que un libro sobre la desigualdad a través de la historia y de las diversas ideologías y naciones, fuera uno de los elegidos por Pablo Casado como decoración en sus videoconferencias, tan habituales en estos meses de aislamiento forzado.
El libro merece una reseña particular para él solo, que intentaré hacer cuando lo termine; espero que antes del final de este verano.