Necrópolis

Un hombre llega a uncampo de concentración en Francia en el que fue traductor y enfermero. A partir de ahí se desencadenan sus recuerdos.

Necrópolis, de Boris Pahor, ha sido otra de mis lecturas de este verano. Boris Pahor es un esloveno de Trieste (otro gran escritor de Trieste; por cierto el prólogo es de Claudio Magris) que primero sufrió la ocupación italiana y luego la deportación bajo el dominio nazi.

Es una novela dura, como todas las que tratan el tema del holocausto. La muerte y la enfermedad tienen una presencia constante.

Hace tiempo, quizá después de leer Aquel domingo, la novela de Jorge Semprún sobre su experiencia en el campo de Buchenwald, decidí no leer más libros sobre este tema. Buena gana de sufrir, me dije.

Pero está claro que es una decisión que no he sabido cumplir. Sólo en los dos últimos años he leído (y cito de memoria, puedo confundir algún título y olvidar algún otro) Las Benévolas, de Johnatan Littel, una de las visiones más terribles, desde el punto de vista de un oficial de las SS, la maldad en estado puro; en el otro extremo El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, la tragedia desde el punto de vista ingenuo (y más comercial) de un niño.

También leí Vida y destino, de Vasili Grossman, en la que si bien el protagonismo lo tienen los defensores de Stalingrado, también tienen su sitio los campos de concentración nazis y el holocausto. Una novela impresionante.

En cualquier caso Necrópolis es una gran novela, muy bien escrita y aunque no quiero hacer una tesis doctoral sobre los grandes dramas, las grandes barbaridades, del siglo XX conviene que todos las conozcamos bien para que nunca se repitan.

No sé si volveré a leer más libros sobre este tema, pero en cualquier caso no me extrañaría.

0 comentarios en «Necrópolis»

  1. A mi me da en la nariz que o no era tan terrible estar allí, en esos campos de concentración, y todo es mentira , propaganda de guerra para desprestigiar al enemigo, o los que escriben y se salvaron eran colaboradores de aquellos nazis, salvo alguno que escapó cuando lo liberaron las tropas aliadas. En fin, esto de las guerras de razas es muy complicado y no me creo ni la mitad de lo que se cuenta .

    Clica sobre mi nombre

    Responder
  2. Ah, que eso pretendía ser un chiste… Anda, mira tu primer comentario, reléelo y si después de hacerlo no te parece una burrada (con perdón para los asnos) pues háztelo mirar. Algún día aprenderás que tener 300 años más que la media de lectores de este periódico no te da derecho a decir gilipolleces día sí, día también. Ya te gustaría a tí estar a mi nivel, escritor frustrado y amargado.

    Responder

Deja un comentario