No existen los años normales (II): La crisis de las tecnológicas

Elon Musk, el metaverso y la crisis de las tecnológicas

Cuando en 2021 Mark Zuckerberg anunció el cambio de nombre de su empresa Facebook por Meta y su apuesta por el metaverso, muchos nos acordamos de Second Life y su triste final, pero también pensamos que una apuesta seria de una empresa con gran liquidez y un inmenso volumen como la nueva Meta, cambiaría las cosas.

Casi dos años después parece que en los diferentes metaversos (Decentraland, Horizon Wordls, The Sandbox, Axie Infinity, Enjin o Roblox) no pasan de ser versiones muy mejoradas de Second Life en la que unos pocos miles de pioneros deambulan con escasas probabilidades de encontrarse entre sí.

De nuevo parece que el metaverso (sería mejor que fuese uno compartido que un gran número de metaversos desconectados entre sí, pero parece que la división y la fragmentación son el sino de todo lo digital) tiene mucho más futuro que presente.

Aun así casi todas las grandes empresas del sector publicitario crearon sus departamentos de metaverso, contrataron especialistas y dan charlas para divulgar el nuevo mundo que pronto se nos echará encima, con sus múltiples y variadas posibilidades.

Pero Zuckerberg y su metaverso no fueron los protagonistas tecnológicos de 2022. La compra de Twitter por parte de Elon Musk le ganó por goleada. No sabemos lo que acabará siendo la red del pajarito azul dentro de unos meses, pero de momento ya se notan algunos cambios, no todos para bien y una gran cantidad de sus empleados están en proceso de buscar un nuevo trabajo. Hace unos días se ha publicado que Musk ha conseguido el dudoso honor de convertirse en la primera persona en perder 200.000 millones de dólares. Seguramente el efecto en su fortuna es menor del que supondría para mí perder cien euros, pero la cantidad impresiona: la mayor parte de los seres humanos no gana esa cantidad de dinero a lo largo de varias vidas; la mayor parte de las empresas tampoco.

A las crisis de Meta y Twitter se han unido otras grandes tecnológicas, lo que ha llevado a un gran número de empleados altamente cualificados a la cola del paro. También en España. Muy probablemente de esta debacle surgirán nuevas empresas con nuevas ideas que triunfarán y ayudarán a cambiar el mundo.

Todo esto no ha impedido que la inversión publicitaria siga concentrándose cada vez más en las grandes plataformas digitales. En todo el mundo y también en España.

La crisis de las tecnológicas afectó también a las criptomonedas, que han visto como su cotización se reducía fuertemente, a la vez que quebraba alguna de las empresas especializadas en su colocación.

Pero si el metaverso no ha triunfado todavía y se desarrolla a un ritmo más lento del esperado, 2022 ha sido el año de la Inteligencia Artificial. Hemos visto aplicaciones que generan imágenes basadas en algunas ideas que les damos y con el estilo del pintor que elijamos; otras que redactan textos basados en nuestras ideas y simulando nuestro estilo de escritura e incluso aplicaciones que generan líneas de código para crear programas que resuelvan nuestras necesidades.

Si los primeros pasos de la Inteligencia Artificial o el aprendizaje de máquinas se habían dado hace ya unos cuantos años, el salto que se ha producido en 2022 en cuanto a su popularidad y su llegada a públicos mucho más amplios ha sido muy importante.

Para algunos este tipo de avances supone una importante amenaza para diferentes profesiones del ámbito publicitario, pero son más los que están explorando las mejoras que este apoyo de las máquinas va a introducir en los resultados de sus trabajos.

Por cierto, 2022 iba a ser el último año de las cookies de terceros en Chrome, algo que podía cambiar el panorama publicitario digital. Iba a ser…

(*) Esta entrada corresponde a la segunda parte del artículo sobre perspectivas anuales que escribí para la revista IPMark.

En el periodo transcurrido desde que escribí este texto, los desarrollos y la popularidad de softwares de Inteligencia Artificial ha seguido creciendo de forma considerable.