Esta semana se han conocido los nombres de los cuatro nuevos Académicos de Honor de la Academia de la Publicidad.Todos los detalles se pueden ver aquí.
Como siempre ocurre, se trata de cuatro grandes profesionales, de trayectoria indiscutible, pero sólo pueden ser cuatro cada año y se ha echado de menos algún otro nombre, en este curso que ha sido tan extraño.
Tres de los cuatro nuevos académicos de honor han sido hombres de, prácticamente, una sola compañía. Félix Vicente ha hecho toda su carrera en McCann y ha sido el máximo responsable de la brillante trayectoria de esa agencia en los últimos años. Es una de esas leyendas de la profesión: empezó muy joven, y desde muy abajo, en la agencia que luego dirigió, también desde muy joven, a lo largo de muchos años.
Marcos de Quinto, ahora muy conocido por el gran público, tras su fugaz paso por la política, es un hombre Coca Cola. Aunque tuvo un breve paso por la agencia Alas-Bates, la mayor parte de su carrera profesional la desarrolló en la multinacional de refrescos, en la que alcanzó puestos de alta dirección mundial en su central de Atlanta.
El caso de Ramón Guardia no es exactamente el de un hombre de una sola compañía, sino el del pionero de una actividad, el marketing directo, en la que lo fue todo, desde la compañía Ogilvy&Matter que fundó en España. Pionero también en el campo de la RSC, ha fallecido recientemente.
El cuarto, Fernando Herrero, ha tenido una trayectoria más variada. Como la persona inquieta que es, Fernando pasó por un buen número de agencias (Valeriano Pérez, Alas, Lintas, NCK, Contrapunto, Vitrubio 30, Delvico y, finalmente, Tiempo BBDO). También fue Presidente de la Academia de la Publicidad; el segundo, el que tomó el relevo del fundador, Julián Bravo.
Conozco personalmente a dos de los elegidos, a los dos desde hace muchos años. La primera vez que coincidí con Marcos de Quinto fue en la antigua Demoscopia, en una reunión de grupo entre profesionales que organizó José Ignacio Wert. Ya estaba en Coca Cola, pero aún no había emprendido su carrera internacional, que empezó en el sudeste asiático. Ya entonces me impresionó: aunque se suponía que todos los componentes del grupo éramos expertos en el tema que se trataba, se hizo el dueño de la reunión: sabía más que nadie y lo quería demostrar. Luego hemos coincidido en otras ocasiones, la última durante su paso, de nuevo fugaz, por la Academia, donde coincidimos en el mismo grupo de trabajo. Volví a comprobar que es una persona sumamente brillante.
Con Fernando Herrero coincidí a mediados de los años noventa, cuando Tiempo BBDO era la agencia creativa de Renault y Zenith su agencia de medios. Renault tenía entonces la sana costumbre de reunir a todas sus agencias, de cualquier especialidad, los martes de cada semana. En ellas se analizaba todo lo que estábamos haciendo y se planteaban estrategias a medio y largo plazo. Fernando es una persona muy brillante y con un gran sentido del humor. Sus aportaciones siempre eran valiosas. Más recientemente hemos coincidido durante varios años en la junta de la Academia. Aunque pasó algún tiempo por Zenith, como consejero, en esa época nos vimos poco.
He visto en las redes que se echa de menos el nombramiento de Miguel Ángel Furones, recientemente fallecido.
Cuando murió Furones yo pensé que ya era Académico de Honor y publiqué un tuit despidiéndole como tal. Alguien mejor informado me pidió que lo eliminara para evitar polémicas y así lo hice. En ese momento aprendí a eliminar tuits, cosa que creo que nunca más he hecho.
Sólo en una ocasión he sido miembro del Jurado que elige a los académicos de honor y sé que es una tarea sumamente compleja: comparar trayectorias brillantes en campos muy diferentes nunca es fácil.
Pero no creo que ese haya sido el problema en el caso de Miguel Ángel. No tengo ni idea de cuales han sido los motivos del jurado de este año; las deliberaciones son secretas y así deben seguir siendo. Pero sé que basta que un miembro del jurado se oponga a un nombramiento para que no salga adelante.
La Academia se rige por cuatro valores básicos: Mérito, Integridad, Generosidad y Ejemplaridad. Creo que son virtudes que se pueden atribuir a Miguel Ángel Furones pero, pienso, alguien puede haber temido que, estando sin cerrar el caso Bankia, en el que supuestamente estaba implicada la dirección del Grupo Publicis de aquel momento, podría dudarse de la integridad de Furones.
Estoy seguro de que, cuando se demuestre la inocencia de Furones se volverá a plantear su nombramiento. El caso Bankia ha tenido una amplia repercusión por sus implicaciones políticas y la lentitud proverbial de la justicia española no ayuda.
Pero Miguel Ángel Furones siempre será uno de los más grandes publicitarios españoles y, espero, algún día será también Académico de Honor de la Academia de la Publicidad.