¿Por qué soy de la Academia de la Publicidad?

La semana pasada tuvimos Junta de la Academia de la Publicidad. Entre otras cosas elegimos el Jurado que elegirá este año los nuevos Académicos de Honor.

De los elegidos, tres son miembros de la Junta Directiva (Pablo Alzugaray, Sergio Rodríguez y Lidia Sanz) y cuatro no (Isabel Yanguas, Agustín Elbaile, Jaime Lobera y Francisco José González). Tres de ellos (Yanguas, Elbaile y Lobera) ya son Académicos de Honor.

El nombramiento de Académicos de Honor es una de las tareas fundamentales de la Academia desde su fundación: reconocer a las personas que, a lo largo de los años, han hecho de nuestra profesión algo grande. Trabajar por el bien de la profesión sería un buen resumen de la misión de la Academia.

También vimos que, con el cambio de año, algunos socios se han dado de baja.

La Academia de la Publicidad no es «Real», ni tiene sede, todavía. FOTO: (E.Madinaveitia)

La principal razón que suelen dar es que las contraprestaciones que reciben por ser socios no compensan el desembolso que realizan.

El desembolso, la cuota, es muy pequeño. Tan pequeño como cien euros al año en el caso de los socios individuales. Algo más en el caso de las empresas.

Pero, como insiste Pablo Alzugaray, nuestro Presidente, pertenecer a la Academia pensando en lo que vas a conseguir a cambio de la cuota, es una mala idea. En la Academia se está para aportar, para hacer algo por la profesión de la que vivimos, o hemos vivido. Se trata más de dar que de recibir. A lo mejor ver la parte positiva de ese dar es la clave del secreto.

Aunque ha crecido en los últimos años y el balance es muy positivo, el número de socios de la Academia sigue siendo muy escaso.

Yo he sido muy feliz como publicitario, una profesión compleja y exigente, en la que se sufre, se disfruta,…se vive. La publicidad me ha dado mucho.

Yo soy de la Academia de la Publicidad porque quiero devolverle a esta profesión algo de lo mucho que me ha dado.

Me gustaría conseguir que muchas más personas, y empresas, se asociaran a la Academia, para hacerla grande y representativa de esta profesión.

A los Académicos de Honor se les exige Generosidad, Integridad, Mérito y Ejemplaridad, cuatro virtudes que, puestas en ese orden producen el acrónimo GIME: igual hay que gemir, llorar un poco, para ablandar el corazón de más publicitarios, más empresas, que se unan a la tarea de reconocer los valores de nuestra profesión y sus profesionales.

Ya sabes por qué yo formo parte de la Academia de la Publicidad. Y tú ¿aún no eres miembro? ¿a qué esperas?

Si quieres hacerte socio de la Academia, puedes hacerlo desde aquí.

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