Esta tarde, viendo por La 2 la subida a Sierra Nevada en la Vuelta a España me ha llamado la atención un espectador que ha salido corriendo detrás de Moncoutie, el ciclista que encabezaba,y finalmente ha ganado, la etapa.
En las etapas de montaña no es raro que algún espectador vaya durante un rato a la par de los ciclistas.
Lo curioso en este caso era que, cual sota de bastos, llevaba apoyado en el hombro un jamón.
Su camiseta y las de los dos espectadores que le flanqueaban lo aclaraban todo: La flor de Sierra Nevada.
Supongo que es una marca de jamones que ha tenido así sus veinte segundos de gloria televisiva y por un coste mucho menor que el de un spot.
Ayer en las noticias sobre la Diada, un hombre de cierto volumen se empeñaba en ocupar, de espaldas, parte de la pantalla al lado de la locutora. La razón: mostrar su camiseta amarilla con propaganda del referendum de Arenys de Munt.
Hace unos días me llegó por mail la historia de Joaquín Mir, un hombre mítico de las carreras ciclistas. Ha llevado las más clásicas camisetas: de Kas, Ferrys, Bic y tantos equipos ciclistas. Ahora, con casi ochenta años lleva la de Cajasur.
Su misión: chupar cámara cerca del ganador en los finales de etapa.
¿Hay alguna manera de medir la eficacia de estas acciones?
¿Alguien más que yo se fija en estas cosas?
No era uno, eran dos, aunque el último no tenía jamón. A lo mejor se lo habóa comido. Y, la verdad, era un poco triste ver cómo corrían
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no era a lo mejor,nos comimos un jamon entre cinco y luego ponte a correr a un quince de desnivel,somos unos fieras para chupar camara.