Mis lecturas de verano: El legado de los espías

Creo que Llamada para el muerto fue el primer libro de John Le Carré que leí. Seguramente fue en casa de mi hermano José Ramón y de aquello hará casi cincuenta años.

Después vendrían El espía que surgió del frío, o Una pequeña ciudad en Alemania y tantas y tantas otras. He leído casi todo lo que ha publicado. Sólo en la casa de la playa y sin buscar demasiado he encontrado dieciséis libros de este autor.

Libros de Le Carré en la mesa de casa.

Cuando hace un par de años publicó El espejo de los espías, una especie de memorias donde recogía anécdotas relacionadas con muchos de sus libros pensé que nos encontrábamos ante su última obra. Le Carré está a punto de cumplir ochenta y seis años así que una retirada era bastante comprensible.

Pero nada más lejos de la realidad: acabo de leer El legado de los espías, su último libro (habrá que decir: por ahora) y ha vuelto a sorprenderme su lucidez y la calidad que mantiene el autor, así como su habilidad para leer los cambios de los tiempos.

Le Carré, cuentan, pasó unos pocos años de su juventud trabajando en el MI5, en los servicios secretos británicos. Creo que son los años más productivos de la historia. A partir de ahí ha ido completando una obra que refleja más la naturaleza humana y la evolución de la historia a partir de la Segunda Guerra Mundial que la propia marcha del espionaje en su país y en el mundo. Eso a pesar de que sus libros son unas magníficas novelas de espías.

¿Qué ocurre ahora, en los tiempos de lo políticamente correcto, si a los nuevos responsables de los servicios secretos les da por analizar el pasado?¿Y si algún familiar de cualquiera de los espías sacrificados en bien de la causa reclama ante los tribunales?

Portada de El legado de los espías

Peter Guillam es un agente retirado que participó durante la Guerra Fría en la Operación Carambola, contra la Stassi, de Alemania Oriental. En ella murieron su mejor amigo y una mujer inocente con la que había mantenido relaciones.

En aquellos servicios secretos, plenos de infiltrados y de agentes dobles, podía ocurrir cualquier cosa porque todos podían ser traicionados por quien estaba a su lado.

Volvemos a encontrarnos aquí con la figura de Smiley, el personaje clave en las primeras novelas de Le Carré, ahora retirado en Suiza y poco dispuesto a desenterrar los secretos de un pasado en el que siempre acaba apareciendo, de forma marginal, la infiel Ann.

Y al final aparecerán las dudas, esas dudas que quedan sin resolver ahora que todo ha cambiado: ¿por qué lo hacíamos? ¿era por el capitalismo? Espero que no, ¿Era por Inglaterra? La respuesta: era por Europa, no sé si ahora es creíble; en los tiempos en los que se supone que ocurrían los hechos era bastante discutible.

En esta, como en tantas otras cosas, revisar el pasado con ojos actuales puede hacernos caer en muchas contradicciones y que no entendamos nada.

El pasado es pasado.

Pero El legado de los espías es, de nuevo, una gran novela de Le Carré.

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