La publicidad siempre ha contado con prescriptores para recomendar productos: en unos casos eran especialistas en el tema que basaban la recomendación en su prestigio, en otros simplemente famosos que ponían su carisma a disposición de la marca a la que apoyaban.
En estos tiempos en que se desconfía de las marcas y en que los medios tradicionales han perdido parte de su capacidad de prescripción, han surgido los youtubers, personajes capaces de conseguir millones de seguidores en sus canales de vídeo que empiezan a ser los prescriptores más apetecidos sobre todo para las marcas que se dirigen al público joven.
Ahora ya no se aspira a ser bombero, médico o futbolista famoso, ser youtuber se ha convertido en una profesión deseada por muchos adolescentes que ven cómo algunos de los más conocidos son capaces de arrastrar multitudes tras ellos y, con su capacidad de prescripción han conseguido amasar grandes fortunas en pocos años, apoyados por las marcas y los ingresos conseguidos directamente de YouTube que les compensa así por las numerosas visitas que aportan a la red (y los ingresos publicitarios que proporcionan así a Google).
En muchos casos se trata simplemente de jugadrores que graban sus partidas de videojuegos y los trucos que utilizan; en otros editan contenidos originales o sketches de humor. Personajes como El Rubius 0 Vegetta777 tienen más de diez millones de seguidores en su cuenta de YouTube.
También los famosos en otros ámbitos son utilizados a veces por las marcas para aprovechar su capacidad de comunicación con millones de seguidores de sus cuentas de Facebook, Twitter, Pinterest o Instagram.
(*) Este post es la actualización de la undécima parte del artículo publicado en el libro Diez años que cambiaron los Medios.