Hacía tiempo que no leía a Ramiro Pinilla, el gran escritor vasco, no suficientemente reconocido, en mi opinión. Su ciclo Verdes valles, colinas rojas es excelente.
En mi caso, además, existe un atractivo adicional: muchas de sus novelas transcurren en Getxo, un pueblo de la orilla derecha de la ría de Bilbao; en Algorta, una de las localidades de Getxo, en la que mi hermano vivió muchos años, pasé algunos veranos en mi juventud. Siempre es agradable recordar aquella época.
Cuando vi que se publicaba una nueva novela del autor, fallecido hace ya algunos años, sabía que querría leerla. El hombre de la guerra es una novela muy interesante: Urko, un niño que fue enviado a Inglaterra durante la Guerra Civil, vuelve a Getxo, más de treinta años después. Se encuentra con una situación inesperada, un misterio que se empeña en resolver. La resolución de esa intriga está muy bien llevada.
El resultado es una novela muy interesante y, como todas las del autor, muy bien escrita.
En febrero también terminé Miguel de Cervantes, una biografía del autor del Quijote escrita por Alberto Spunberg. Me la regaló mi sobrina María Ángeles en una visita que hicimos unos meses antes a Ciudad Real. La biografía, un tanto irregular, empieza con tono de humor y cierta ironía; desgrana los pocos datos de la vida de Cervantes que se conocen con certeza y los va complementando con textos de su obra. Un ejercicio interesante.
De vuelta a la ficción leí Hontoria, de Juan Carlos Galindo.
Me lo trajeron los Reyes en casa de mi hija. El autor es periodista de sucesos en el diario El País y es compañero de clase de Usúe. El narrador de la historia es también periodista, vive en Segovia y trabaja en un periódico de Madrid. En Hontoria, una localidad próxima a Segovia, ahora casi un barrio de la ciudad del Acueducto, se produce un triple asesinato, lo que obsesiona al protagonista, ansioso por conocer la verdad de lo ocurrido.
Una novela interesante, donde la investigación del crimen no la hace un policía o un detective, sino un periodista, que acaba teniendo problemas familiares por su obsesión. En paralelo a lo que escribe en el periódico publica su propio podcast sobre sucesos, con lo que consigue obtener pistas que le proporcionan los oyentes y le ayudan a ir avanzando en la investigación.
Un libro muy entretenido, que mantiene el interés a lo largo de todas sus páginas.
En febrero también terminé Una nueva vida, la cuarta recopilación de relatos de Lucia Berlin. Parece ser que son los últimos que quedaban sin publicar. Da la impresión de que la editorial, o los herederos de la autora, están ordeñando una vaca a la que le queda ya muy poca leche. Este libro es muy irregular, con relatos procedentes de los cursos de escritura junto a páginas de sus diarios (muy interesante la parte referida a su viaje a París en los años ochenta).
También se incluye una cronología de su complicada vida. Durante su estancia en Chile, con solo catorce años fue violada por un amigo de su padre. Curiosamente toma su apellido, Berlin, de su tercer marido, con el que se casa a los veinticinco años, cuando ya tenía dos hijos de relaciones anteriores.
Su existencia se vio muy marcada por su dependencia del alcohol, agravada durante una de sus relaciones por la dependencia de las drogas de la que era su pareja en ese momento.
Mejor recordar su Manual para mujeres de la limpieza, lo primero que leí de esta autora; una verdadera obra maestra.