Mis lecturas de octubre de 2023

Octubre fue un mes diferente: el día 23 me ponían un marcapasos y eso lo marcó todo (no sólo los pasos). Hicimos dos viajes: en el puente del Pilar a Santiago de la Ribera, a la casa de la playa; hizo un tiempo espléndido; el fin de semana siguiente, justo hasta la víspera del día de la operación, estuvimos en Silos y su entorno, celebrando que ese año mi hermana Ana había cumplido sesenta años.

También en octubre empecé el primer grupo de escritura, con Usúe, un intento de motivación para escribir tod lo que a lo largo del tiempo he tenido ganas de hacer. Poco a poco (ya vamos por el tercer grupo) espero que vaya dando resultados.

El primer libro que terminé fue La frontera lleva su nombre, de Elena Moreno Scheredre. Una bella historia sobre una saga de mujeres valientes, todas de nombre Esperanza, a lo largo de algo más de cien años, desde los principios del XX hasta la actualidad. Las diversas guerras que les afectan y las pasiones que viven están muy bien contadas. Me lo regalaron mis hermanas cuando vinieron en verano. Me gustó mucho.

Siempre había tenido ganas de leer Los caballeros las prefieren rubias, de Anita Loos, un libro antiguo, de humor, que seguramente estaba en casa de mis padres cuando yo vivía allí. Resulta que en realidad son dos novelas cortas, ya que le sigue Pero se casan con las morenas.Efectivamente son dos novelas muy divertidas: Además yo no sabía, o no recordaba (a estas alturas me pasa muchas veces) que la autora, Anita Loos, fue una actriz y guionista norteamericana de la época del cine mudo.

Escribió guiones de películas conocidas, con Douglas Fairbanks como protagonista y con Griffit como director.

No son grandes novelas, pero sí muy divertidas. Me gustaron y las leí con una sonrisa constante en la boca.

Un detalle que me parece curioso es que, pese a los títulos, en ningún momento se hace mención del color del cabello de ninguna de las protagonistas (al menos en la versión que yo leí).

Fueron llevadas al cine con Marilyn Monroe y Jane Russell (gracias José Ramón) como protagonistas.

Después de estas novelas cortas me enfrenté con una no sólo más larga, también escrita con un estilo algo más complejo: Extrañas, de Guillermo Arriaga.

Las dos novelas anteriores de Arriaga me habían encantado. Tanto Salvaje como Salvar el fuego me parecieron impresionantes y muy actuales, con una presencia muy fuerte del México actual.

En este caso el autor da un giro importante, tanto en la temática como en el estilo de escritura. Se desplaza al siglo XVIII en Gran Bretaña.

El tema parece basarse en un caso real: En el siglo XVIII, William Burton, un noble inglés, renuncia a la fabulosa herencia familiar para dedicarse a la medicina. Su admiración por el doctor Black y su ansia por remediar problemas, especialmente el de los seres diferentes, los llamados engendros, personas con malformaciones y discapacidades, le llevan a vivir grandes aventuras.

Un tema muy interesante y muy bien llevado. El autor se somete a un ejercicio de estilo complejo: utiliza párrafos muy largos, casi sin puntos, aunque con muchas comas y busca palabras de la época, ahora en desuso, para simular la escritura del momento, lo que complica algo la lectura.

Terminé el mes con Miradnos bailar, de la autora marroquí Leila Slimani. El Marruecos de la segunda mitad del siglo XX, los primeros años de su independencia, a través de un retablo familiar muy interesante, para tocar temas tan diferentes como los terratenientes, los hippies de Esauira o los altos funcionarios que constituían el entorno de Hassan II.

Un Marruecos, tan cerca y tan lejos de nosotros y, seguramente, tan lejos del Marruecos actual.

No conocía a esta autora, pero me ha gustado mucho la novela.

Como tantas veces, un conjunto heterogéneo de obras, cada una con un atractivo diferente.