Hace ahora un mes, a mi vuelta de vacaciones, encontré en PRNoticias un interesante artículo en el que Nahir Vallejos se preguntaba Inversión publicitaria ¿realmente aciertan las previsiones? y comparaba los cuatro últimos años (de 2009 a 2012) del estudio Zenith Vigía (que elaboro a partir de las respuestas de un panel de directivos de medios) con las previsiones de i2p (elaboradas por Arce Media y Media Hotline mediante un modelo matemático basado en consideraciones económicas) con el dato de Inversión Real Estimada que publica Infoadex en el siguiente mes de febrero y que en el sector solemos tomar como una buena estimación de la realidad.
El dato de Vigía que tenía en cuenta Nahir era el correspondiente al mes de julio; la previsión de i2p la realizada también en julio en función de los datos reales del primer semestre. Una de las conclusiones de Nahir es que las previsiones cada vez se acercan más a la realidad. La otra que, en general, i2p acierta más que Vigía. La primera conclusión es generosa; la segunda, previsible. En cualquier caso, muy de agradecer, tanto el análisis como las conclusiones.
Como llevo trece años haciendo el estudio Vigía y además realizo también el Zenthinela (con metodología similar pero con un panel de directivos de empresas anunciantes) se me ha ocurrido ampliar la comparación.
He aquí alguna de las conclusiones:
Vigía tiende a ser pesimista cuando las cosas van bien y optimista cuando van mal. Esta regla se cumple en 10 de los 12 años analizados. Con Zenthinela ocurre lo mismo: ha sido siempre optimista menos en 2010 cuando el mercado creció al final hasta volverse positivo y todas las previsiones hablaban de ligeros descensos.
En general i2p se acerca más a la realidad que los paneles, que tienden a ser conservadores.
Las previsiones aciertan bien la tendencia en casi todos los casos y contribuyen a reducir la incertidumbre en momentos tan confusos como los que vivimos en los últimos años.
Voy ahora con otra noticia, que también se refiere a Vigía.
Ayer publiqué las previsiones de septiembre. Me gusta hacerlo dentro del mes, pero tuve un viaje de trabajo y me resultó imposible.
Las previsiones eran malas. Para este año se prevé una caída del 11,2%, la misma que se preveía dos meses antes. Pero había algún dato, los índices de percepción, la fecha esperada para la salida de la crisis, que destilaban unas gotas de optimismo.
Hoy han subido en Bolsa las cotizaciones de las empresas de medios. Un portal especializado, Infobolsa, tratando de encontrar una explicación a esta subida, ha dado con Vigía y conmigo como responsable.
Hace ya unas horas de esto. Todavía no me he quitado el susto de encima.
Cuando termine la recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios.
Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.
Concha Caballero.
18 ENE 2013
¡Qué razón tienes, Concha! Dirán, diremos, que hemos salido de la crisis, pero tendremos una sociedad más pobre, con más paro, con menos sanidad o educación públicas, con un sistema de seguridad social y de pensiones precarizado y con menos derechos.
Miles de personas habrán salido del mundo de los medios y de la publicidad, que es de lo que yo hablo, y no tendrán oportunidad de volver a entrar. Los que sigan dentro ganarán menos y tendrán menos derechos.
Una vez más, nos han ganado. Me pregunto si sabemos quienes.